Como dije en la primera entrada, cuando
no se va de turismo sino que eres un emigrante en toda regla, no agudizas los 5
sentidos en las cosas bonitas de los sitios nuevos a los que vas, sino que te
vuelves mucho más práctico y posiblemente tus ojos reparan más en lo feo aunque
no quieras, ya que en el fondo, sabes que vas a tener que sobrellevarlo con
suerte durante mucho tiempo. Pero como pasa con casi todo, un día, te paras, miras
alrededor y te das cuenta de que no hay que hacer un ejercicio de
autoconvencimiento. Santiago, con sus defectos, es una ciudad preciosa.
El domingo después de un sábado de
recogimiento, salí a pasear con Vicente.
El domingo, por la calle, a la 1 |
Durante la semana me había llegado un
email del primo de alguien de España. Me decía que llevaba aquí año y medio y
que su primo le había comentado que yo estaba aquí buscando “pega” (trabajo).
Quedamos el jueves para tomar algo a las 6:20 (a esa hora ya es casi de noche)
que es cuando sale del trabajo. Es arquitecto pero trabaja haciendo planos para
una empresa que a su vez trabaja para el Banco Central. Fuimos caminando
mientras me contaba que los jueves se reúnen un grupo grande de españoles en un
bar de la avenida principal de Santiago, que lo atraviesa de este a oeste, en
el bar “Cantábrico”. Así que allí fuimos, fueron llegando poco a poco después
de trabajar y cada uno agarraba de la barra su jarra correspondiente. En las
mesas, que se iban agregando, teníamos las litronas de cerveza. De comer,
siempre se pide lo mismo: chorrillana.
No sabía que era una chorrillana y
Vicente me dijo que era una ensaladica. Vicente es Manchego, por lo que –ico, -ica
va mucho en su vocabulario. Increible la cantidad de españoles que andamos por
estos lares… y cada vez van llegando más. Como dicen los que llevan aquí más
tiempo: estamos llegando tarde. Pero bueno, aún hay esperanza!
Y llegó la chorrillana:
Patatas fritas con cebolla frita, un
huevo revuelto, chorizo frito y ternera.
Ensalada?? Y yo que quería empezar a
cuidarme un poquito…
Me invitaron a un quincho para el
sábado siguiente, yo ya tenía otro compromiso por el cumple de uno de los
niños. El de estos iba a ser todo el día y habían alquilado un karaoke
superprofesional… Me hizo muchísima ilusión!!! Y prometí que me pasaría. Quién
iba a decirme en ese momento que el sábado no podría ir a ninguno de los dos
quinchos.
Quedé otra vez con Vicente el domingo
que me llevó a ver el mercado central para enseñarme que en Santiago sí había
pescado bueno (aunque no lo cocinen en la mayoría de los restaurantes) y
también vi el mercado de la Vega, muy sudamericano. Paseamos por el barrio de
Brasil, precioso. Comí la mejor comida de Chile: la peruana, en el restaurante
Ají Seco, mientras tocaban música en directo un grupo de cubanitos viejunos que
parecían sacados de un cuadro. Probé el cebiche (pescado crudo marinado) y los
calamares. No pierdo ocasión de comer pescado.
El mercado central:
Dimos un paseo por Lastarria y por el
barrio de bellas artes, me enseñó una de las 25 mejores heladerías del mundo
según the daily meal: Emporio la Rosa. No sé qué significa esa calificación,
pero es verdad que el helado está muy bueno y tienen helado de rosa que aún no
he probado. Paseamos por el parque forestal de camino a casa de unos amigos de
Vicente, arquitectos como él, que tienen un triplex muy chulo, muy de
arquitectos claro… En el parque estaban bailando en plan locos una especie de
danza liberadora que consistía en hacer el mongui y reírse un rato,
reivindicaban algo, pero no recuerdo qué. No me uní porque estaba comiéndome mi
helado de chocolate con naranja, que si no…
Volví a casa sobre las 10. Había
estado bien el domingo.
Las fotos son muy cutres pero es que no tengo cámara (me la compraré con mi primer sueldo que llegará prontico jijijijijiji... mmmm, o eso espero)
Me fui pronto a la cama… Esperaba que
el lunes me llamaran para darme alguna respuesta del trabajo… Alma de cántaro!
Aquí todo va muuuucho más despacio. De hecho la respuesta no me ha llegado
hasta ayer viernes, pero antes tengo que contar otras cosas. Uno no es del todo
emigrante hasta que no vive ciertas cosas en un país extranjero: la compra,
rodearte de paisanos y recordar tu tierra, tu gente y la comida que echas de
menos, sentirte muuuy acompañado y a la vez muuuuy solo (tu familia está taaaaan
lejos…) y cumplir años sin ninguno de los tuyos a tu lao…
Próxima entrada: mi cumple
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